Posted by: José Moisés Martín | September 12, 2018

La verdad sobre la tesis de Sánchez.

Y la verdad es muy sencilla: Sánchez habló con el ministro Sebastían sobre su tesis.  Sebastían le encargó a su jefe de gabinete que se la hicieran en el ministerio. Luego, arrepentido por ese abuso, le propuso a Ocaña que publicasen el libro juntos.

O quizá la verdad sea que Ocaña estaba muy ocupado siendo jefe de gabinete del ministerio de comercio e industria y decidiera pasarle unos documentos a Sánchez, y Sánchez los fusiló en la tesis sin contemplaciones.

No tengo ninguna prueba para sostener ninguna de estas dos variantes. Así que no puedo sostener que sean la verdad. Es más, no la sé. Mi titular es puro clickbait.

Pero sí tengo algunas intuiciones:

En 2011, en medio de una crisis económica tremenda, no creo que ni Ocaña nadie del ministerio tuviera ni tiempo ni ganas de analizar la diplomacia económica de España en 2004 en un informe “interno”. Eso no tiene sentido. Ese tipo de trabajos no se desarrolla en los ministerios. Los funcionarios no son investigadores. Además,  andaba la cosa apretada con la prima de riesgo y la crisis. Tampoco me imagino a un funcionario pasando notas o informes internos a un externo. No sé, no me cuadra. En aquellos años estuve en la administración y nunca escuché ni hice tal práctica.

Es más, un jefe de gabinete de un ministro, con rango de director general, no creo que dedicase mucho tiempo a atender a un diputado raso y desconocido como Sánchez, que a la postre ni siquiera iba en puestos de salida. Sabemos además que terminando el gobierno socialista, Ocaña estuvo ya en otros menesteres profesionales.

La tesis se presentó a finales de 2012, cuando Sánchez no era diputado, y Ocaña ya no estaba en el ministerio. Y en la misma, como se ha podido saber, se citan eventos ocurridos en 2012, por lo que al menos hay evidencia de que una parte de la misma fue escrita con posterioridad.

Así que ahí viene mi hipótesis:

Sánchez solicitó ideas, documentos, papeles, etc para desarrollar su tesis.  Se le proporcionaron documentos públicos, y probablemente se hicieron algunas entrevistas. Sánchez terminó su tesis y luego buscó publicarla. Una tesis de 347 páginas es impublicable en una editorial no académica, y las académicas quizá no vieron el interés. O quizá tenía demasiada paja o cosas muy malas. Así que para adaptarla, actualizarla y resumirla, contó con Carlos Ocaña, firmando ambos el manuscrito. Fin de la historia.

¿Qué tiene mi versión de buena sobre las otras? Que es la explicación más sencilla, y cumple así el criterio de la navaja de Ockam: la explicación más sencilla suele ser la más probable.

¿Qué pruebas tengo para sostener mi relato? Exactamente las mismas que los que afirman que Sánchez plagió la tesis de informes internos del ministerio que Ocaña le pasó en su momento.  Es decir, ninguna. Pero me permito una última reflexión:

Mi propuesta es falsable: se puede demostrar que es falsa. Las otras propuestas no lo son, porque es imposible demostrar que no le pasaron documentos. Si no se encuentra evidencia alguna de que Pedro plagiara nada del ministerio, siempre se puede argumentar que no se ha buscado lo suficiente, o que se oculta información. Si no se encuentra evidencia de que Ocaña le escribió la tesis, siempre se puede decir que hay un pacto de silencio entre ellos.

Es decir, es imposible que yo demuestre que no soy una bruja, puesto que siempre puede haber alguien que justifique la ausencia de pruebas en mi maligna habilidad para esconderlas. Así ocurrió en los juicios de Salem, donde la carga de la prueba recaía sobre la acusada, y donde siempre quedaba el recurso a la tortura para hacerla confesar.

La línea que separa la transparencia de la caza de brujas es muy delgada, quizá demasiado. Exigimos apertura total y quien no la proporciona es sospechoso per sé. Si la tesis de sánchez fuera un plagio ya lo sabríamos. La universidad ya ha mostrado que su grado de coincidencia con otro textos es del 15%, el estándar para estos trabajos. Si la tesis de sánchez es sospechosa de plagiar textos no publicados, como parece indicarse, cualquiera lo es -¿quien le dice que este post no se lo he copiado a un amigo de su cuaderno?- y esto nos lleva a tener que demostrar nuestra honorabilidad, en un mundo donde se presupone la culpabilidad, como en Salem. Es una pendiente peligrosa esta de tener que demostrar la inocencia. Cada vez más dedos acusadores buscan sombras para señalar a las brujas.

Logícamente habrá quien piense que escribo esto para defender al Presidente, como si él necesitase de mi apoyo. Bien al contrario, me permito hacerlo alertando contra este tipo de razonamientos basados en la “convicción moral” que nos llevan por el mal camino de la postverdad. A mi favor, y para defender mi honorabilidad, recuerdo a los lectores que no es la primera vez que defiendo la presunción de honorabilidad de alguien o de alguna decisión o nombramiento, gente a veces antagónica en términos políticos. A veces me equivoqué y a veces acerté. Veremos si esta vez me equivoco  o no. Si es así, estaré encantado de reconocerlo.

 

 

 

Posted by: José Moisés Martín | August 21, 2018

Necesitamos un nuevo movimiento europeo, ya.

Pasó sin pena ni gloria, pero en mayo de 2018 se cumplieron 70 años del Congreso de la Haya, momento fundamental y fundacional del movimiento europeo internacional. Tras 3 años de una Europa devastada por la guerra -es muy interesante, a ese respecto leer los textos de Keith Lowe o de Enzensberger sobre la miseria material y moral de la postguerra mundial-, había llegado el momento de volver a poner en pie los valores de la democracia, los derechos humanos y el libre pensamiento.  El mundo que Zweig había visto caer sin poder hacer nada para remediarlo, más que asistir a su destrucción.

El 70 aniversario del Congreso de la Haya, momento fundacional de la Europa de Postguerra, pasó sin pena ni gloria por nuestro calendario.

El impulso del Congreso de la Haya dio lugar a una nueva época dorada para Europa: el Consejo de Europa -del cual se cumplirá en 2019 su 70 aniversario- y la Comunidad Económica Europea fueron sólo las instancias intergubernamentales -o supranacionales- que han velado por mantener esta nueva época. Pero tan -o más- importante que estas instituciones, son el espíritu que las impulsaba, tan bien reflejado en el Convenio para la Protección de los Derechos Humanos y de las Libertades Fundamentales firmado en 1950. Años de momentum en los que se redefinió lo que significaba Europa. No faltaron durante esos años, y los posteriores, graves violaciones a dichos principios. Pero se mantenían como un ideal, una seña de identidad que la oposición democrática en España no tardó en recoger como el camino a recorrer -tan bien expresado por Santos Julia en Transición-. En los años noventa, la integración en esa Europa se convirtió en el rumbo a tomar por los países del Este, que accedieron, finalmente, a las instituciones europeas tras largos años de transición.

Hoy, esos ideales están en grave peligro. El auge del populismo xenófobo ha dejado de ser una anécdota para convertirse en una amenaza real. Los ejemplos son tantos que apenas merece la pena referirse a ellos. Y no sólo como fuerzas políticas significativas en los parlamentos, sino con responsabilidades de gobierno en muchos países. La democracia liberal está dejando paso a la democracia electoral, a la que se refiere Victor Lapuente  en un reciente artículo.

Mientras tanto, los defensores de las democracias liberales, de los derechos humanos, de la ilustración en el mejor sentido de la palabra -a la que tanto ha glosado Pinker en su reciente obra– nos hemos refugiado en el lamento analítico o puesto nuestras esperanzas en las instituciones europeas como baluarte.

Hace poco, en Agenda Pública, Alberto Alemanno hablaba de la necesidad de organizar un “Súper PAC” contra el iliberalismo, contra la regresión y el oscurantismo. Europa tiene recursos para hacerlo. Los tuvo en el pasado. Sin embargo, las formulas de participación han superado la capacidad de las organizaciones europeístas para responder a los desafíos: El Movimiento Europeo es un cementerio de elefantes, sin capacidad de respuesta y anquilosado por su propia estructura interna. El resto de asociaciones europeístas están más enfocadas a defender a las instituciones y la integración que a batallar en el campo de las ideas que las están minando país a país. Hoy, los europeístas -entendiendo como tales los que defienden los principios, no las estructuras- se encuentran dispersos y sin capacidad de actuación.

Necesitamos un nuevo movimiento europeo. Un movimiento potente, con capacidad de actuación, con financiación y recursos, cuyo único objetivo debe ser poner freno al avance de la sinrazón en el continente.

Las viejas organizaciones europeístas ya no sirven. No pueden ser sólo coto de académicos o de futuros asesores en el parlamento europeo. Deben tener capacidad de organización y respuesta. Hoy en día, no podemos conformarnos con leer en la prensa el avance del populismo, o de escribir post para ello. Hay que organizarse mejor. Tenemos enfrente una nueva confrontación, y estamos actuando con una gran pasividad. Hoy, ser europeísta no es defender a la Comisión o reflexionar sobre la reforma del Euro. Hoy hay que comprometerse con los valores. Tenemos que actuar.

 

 

 

 

 

Posted by: José Moisés Martín | September 4, 2017

Economistas: físicos, ingenieros, fontaneros y zahoríes.

Pocas profesiones  y disciplinas profesionales dedican más esfuerzos a examinarse a sí mismas como la economía, fruto sin duda de un narcisismo extremo que nos lleva a una permanente crisis de identidad respecto de nosotros mismos. Somos una profesión adolescente que se pelea por reconocerse entre las ciencias “duras” –como si eso fuera, por sí mismo, algo relevante per se- utilizando una cantidad de matemáticas que, según el común de los economistas, nos sirven para “pensar con rigor”, aunque ya esté demostrado que en muchas ocasiones sólo sirve para ocultar razonamientos erróneos o directamente mentirosos, como ya puso de manifiesto Paul Romer en su serie de trabajos sobre la “mathiness” en 2015. Desdeñamos al resto de ciencias sociales como menores –todavía se pueden encontrar los ecos de las protestas vertidas en el foro Economic Job Market Rumours, esa suerte de “forocoches” para economistas, cuando le otorgaron el Nobel de Economía a Elinor Ostrom– y nuestros programas de formación se alejan cada vez más de la realidad económica y social de las economías que pretendemos explicar.

No son pocas las publicaciones que han visto la luz para mostrar al público nuestros pecados. Llegando en muchos casos a preguntarse “para qué servimos los economistas”: para desarrollar modelos teóricos brillantes y consistentes, para dar recomendaciones de política económica,  para sacar a la luz los mecanismos de funcionamiento de la economía, o para ocultarlos según nuestras creencias ideológicas. Sobre este particular, Hay tantas respuestas como economistas y opinadores.

En 2006, Mankiw publicó un breve paper sobre la profesión, que acertadamente tituló: los economistas como científicos y como ingenieros. En él relata que, hablando en términos amplios, podemos distinguir entre los economistas “científicos”, y los economistas “ingenieros”. Los economistas científicos serían aquellos que dedican su vida al estudio académico de las propiedades y funcionamiento de la economía entendida como un ente abstracto y modelizable, esto es, lo que se conoce habitualmente como “teoría económica”. Iniciando el símil de este artículo: economistas como físicos que exploran, manejan y determinan las condiciones físico-químicas de, digamos, un compuesto como el agua: sus propiedades, su funcionamiento en la mecánica de fluidos, su punto de ebullición, sus enlaces, su calor específico, etc. El físico no estudia el río tajo ni la bahía de Hudson: estudia el agua como compuesto de tres átomos, dos de hidrógeno y uno de oxígeno. De esta manera, los economistas “físicos” modelizan el comportamiento humano –normalmente a través de la matemática- atendiendo a una serie de principios generales entendidos como premisas, dando lugar a los grandes núcleos de la teoría económica. En buena parte de sus investigaciones, estos economistas “físicos” no tienen más opinión sobre lo que ocurre en el mundo real que cualquier otro académico: un premio nobel de economía cuyos trabajos estén centrados en el ámbito de la modelización contractual tendrá poco que decir sobre cuál será la evolución del comercio internacional o si será bueno para el Reino Unido salir de la Unión Europea.

La segunda categoría que señala Mankiw es la de los “economistas ingenieros”, esto es, aquellos que se enfrentan al estudio y solución de problemas reales que se dan en el mundo económico real. Siguiendo con nuestro símil, serían los ingenieros hídricos que planean la distribución y gestión del agua en una determinada cuenca: litros por segundo, volumen de las cañerías de distribución, altura a la que el agua puede subir con determinada presión, necesidades de abastecimiento de una región, etc… En la profesión, estos economistas ingenieros se reparten entre las facultades de economía y los centros de gestión económica como los bancos centrales, los ministerios de economía o los organismos internacionales como la OCDE o el FMI. Son los economistas que diseñan, prueban y evalúan el funcionamiento de las economías nacionales y global, utilizando para ello modelos quizá menos sofisticados que los planteados por los economistas teóricos pero con una aplicación práctica mucho más evidente: cuál debe ser el tipo de interés para mantener la economía bajo estabilidad de precios, cómo calcular el crecimiento potencial para estudiar la sostenibilidad fiscal de un determinado país, etc. La economía como ingeniería se basa en la teoría económica pero sus aplicaciones difieren y la relación entre ellas no es inequívoca: hay numerosos debates y “avances de investigación” en la economía académica que no han arañado el corpus metodológico que se utiliza en la elaboración de las políticas económicas. También es la parte de la profesión más sensible a las condiciones y presiones políticas, incluso cuando estas van en contra de la teoría económica estándar, tal y como notoriamente está ocurriendo, por parte de la Unión Europea en la gestión de la crisis económica de Grecia (mientras los “ingenieros del FMI” opinan de manera radicalmente distinta).

Mankiw acaba aquí su descripción pero deja fuera de ella a la inmensa mayoría de la profesión, que son los “economistas fontaneros”. Afortunadamente, Esther Duflo, quien lleva años mereciéndose un premio Nobel, rescató ese término este mismo año en su paper “The economist as a plumber”.  Los economistas fontaneros son aquellos que tienen una serie de herramientas que aplicadas metódicamente, resuelven el 99% de los problemas y cuestiones económicas de la vida diaria: a qué precio debo poner un servicio, qué tipo de interés debo aplicar a este cliente que me pide un préstamo, cómo debo diseñar una subasta para que sus resultados sean óptimos, qué sistema de incentivos debo establecer en una política pública, etc. Como los fontaneros, se basan en herramientas relativamente sencillas y concretas que manejan con pericia para reparar cañerías, instalar grifos, arreglar escapes o desatascar lavabos. La inmensa mayoría de los titulados en economía se dedican a ser fontaneros a través de las agencias gubernamentales, la gestión de las políticas públicas, los departamentos de las empresas, los servicios financieros o las firmas de consultoría.

Cada uno de estos profesionales –físicos, ingenieros, fontaneros- tiene su papel que jugar: es bastante probable que el mejor físico del mundo llame a un fontanero cuando su bañera se atasca. Y es poco probable que un fontanero diseñe una red de distribución basada en una cuenca hidrográfica.  Conviene darse cuenta de ello a la hora de valorar las opiniones de unos y otros: si tiene que conocer cuál será el impacto de determinada medida de política económica en la España de 2017, fíese más de un economista ingeniero que de un economista físico, por muchos premios que tenga en su haber.

Nuestra caracterización de los economistas no estaría completa si no incorporásemos a los economistas “zahoríes”, aquellos que, atendiendo a conocimientos “ocultos”, alejados de la ciencia y del saber práctico, aseguran ser capaces de obtener agua a través de criterios como el manejo de una rama de un determinado árbol. Sus predicciones y análisis escapan a los criterios racionales utilizados no sólo en la ciencia, sino en cualquier técnica, bajo el manto de una “visión alternativa” de la realidad. Juegan con las esperanzas de gente que necesita el agua y prometen prosperidad a cambio de fe en su modelo, su idea o su visión de la economía y la sociedad.

A veces aciertan, lo cual les refuerza en su papel de gurús de la economía. Pero como demostró Tetlock en el Juicio Político de los expertos, su método es probablemente el que ofrezca peores resultados sistemáticos. La mayoría de los economistas zahoríes no son sino charlatanes que utilizan una particular visión de la economía para sostener y fortalecer su posición ideológica.

¿Cómo reconocer a los zahoríes? Es relativamente sencillo: sus razonamientos terminan siempre en una única causa de todos los males. Sus artículos son imposibles de contrastar y no responden a las categorías utilizadas por otros economistas. Suelen “sacar a la luz lo que no quieren que sepas” y mezclar argumentos económicos con argumentos de su particular visión política. Si lee a un economista cuya conclusión termina siempre siendo la misma –la maldad del Estado, las fuerzas ocultas del neoliberalismo- es bastante probable que se encuentre ante un zahorí.

Posted by: José Moisés Martín | August 3, 2017

Kluvasi o el futuro de la comunicación

Año 2030. Kluvasi, la startup fundada en 2020, ha logrado convertirse en la empresa de comunicación global con mayor capitalización bursátil del mundo. Domina la audiencia de prácticamente todos los países, arrinconando a grandes grupos mediáticos que hoy por hoy se consideran dinosaurios a punto de extinguirse.

El secreto de kluvasi es su modelo de negocio. Durante el siglo pasado, el periodismo, el análisis y la opinión se centraban en la presentación de una información y opiniones seleccionadas por los redactores jefe y donde los profesionales del periodismo y el análisis cuidaban la información con la que trabajaban. Así se crearon grandes cabeceras internacionales que servían de referencia global sobre la interpretación de la realidad.

Internet lo cambió todo: la posibilidad de montar medios rápidamente, basados en profesionales precarizados, y cuyo único objetivo era la consecución de tráfico en la red para poder financiarse a través de publicidad y datos vendidos significó la primera transformación de los medios. Ya no importaba tanto la calidad o la veracidad de la información, sino el tráfico que generaban y provocaban a través de titulares sensacionalistas, información de dudosa veracidad, opiniones pensadas para confirmar los prejuicios de los lectores. Pero ése fue sólo el primer paso: el big data permitió generar lo que se denominó el “filtro burbuja”, de manera que internet te ofrecía solamente aquella información que se correspondía con las preferencia del lector, reduciendo paulatinamente el horizonte cognitivo y de opiniones de cada uno de ellos.

Kluvasi dio una vuelta más de tuerca con un modelo imbatible. En su modelo de negocio, el lector no sólo selecciona las noticias que quiere escuchar, sino que las puede crear: a través de un perfilado adhoc, la plataforma elige una serie de autores virtuales –son perfiles de autor que corresponden a autómatas- que son los que configuran la información que recibe el lector. Si usted se perfila como un lector de deportes que odia al FC Barcelona, su perfil informativo sólo le permitirá ver noticias negativas y opiniones despectivas respecto a la gestión del club, el juego del equipo y el estilo de vida de los jugadores. Kluvasi caracteriza la escala de información incorporando no sólo información real sino lo que llaman innocent fake news, es decir, noticias inventadas sin relevancia que generan en su cerebro las sensaciones más placenteras.

kluvasi

En la versión 2.0, Kluvasi dio un paso más y permitió a los lectores definir los temas, tonos y orientaciones de los artículos de opinión. Si un lector quería, por ejemplo, leer un artículo muy crítico con el presidente de Estados Unidos, sólo tenía que elegir el tema, el autor e incorporarlo a su perfil de lector. Un bot gestionado por inteligencia artificial escribiría el artículo y lo colocaría en su web con una firma virtual. Por ejemplo: si un lector quería leer un artículo firmado por Paul Krugman alabando la política económica del segundo mandato de Trump, sólo tenía que escribirlo en el cajetín “What do you want to read?” de la plataforma web. Citamos a Krugman porque fue el primero en vender su firma. Luego llegaron otros muchos que, por altas sumas de dinero, cedieron sus nombres a Kluvasi para firmar artículos que escribían bots por ellos.

El crecimiento de Kluvasi fue explosivo y sus costes mínimos, ya que todo el proceso estaba automatizado a través de bots. En un año tenía 2 millones de lectores y hoy atiende a 500 millones en 30 idiomas. El impulso fundamental se logró con la compra de la división de google news en 2024 y su salida a bolsa en 2029. Hoy vale más que Facebook y Apple juntas.

Posted by: José Moisés Martín | May 18, 2017

Por que no deberíamos despreciar alegremente el préstamo de Susana Díaz

En política, cuando alguien hace una propuesta, lo primero que se mira es quién la hace. Y si no es de los nuestros, rápidamente corremos a buscar argumentos para desacreditar la idea.

Me gustaría explicar por qué creo que la idea de otorgar un préstamos a tipo cero para jóvenes no es tan malísima idea. Intentaré hacerlos en 5 puntos.

Es notorio y ampliamente aceptado por la teoría económica que los patrones de consumo y ahorro cambian con la edad. Los jóvenes apenas tienen capacidad de ahorro, circunstancia que va mejorando a lo largo del ciclo vital, y es en la madurez en la que las personas tienen capacidad de ahorro. Pero el dinero lo necesitaron antes: cuando tenían que formarse, o cuando no tenían empleo para emanciparte. Por lo tanto, situar la inversión pública al principio, y no al final, de la vida, no parece tan malísima idea, sobre todo cuando ese dinero se destina a invertir en mejores opciones, en cosas tales como la formación o la cualificación profesional. Así que, pensemos por un momento que no es tan mala idea que el dinero a invertir se pone en edades tempranas.

Veamos ahora cómo se puede financiar ese dinero. Esa aportación se podría financiar monetizando deuda, cosa que en la eurozona está de momento prohibida. Por lo que dejemos de lado esa opción. La segunda opción es financiarlo con impuestos actuales, es decir que los adultos actuales paguen más impuestos -o reciban menos prestaciones- para financiar la dotación a los jóvenes. La tercera opción es que se realice un crédito incondicional de manera que ese dinero sea devuelto en cómodos plazos, como si de un préstamo del ICO se tratara.

Pero lo interesante de la propuesta de Susana Díaz es que ese dinero se financiaría a través de los impuestos futuros de los propios beneficiarios, es decir, con cargo al IRPF futuro del joven, que vería recargada su tasa impositiva hasta la devolución del préstamo. Inversión en edades tempranas financiada con impuestos futuros. Sería una “pensión al revés”: mientras que en la pensión aportamos durante nuestra vida para tener una renta futura, en este caso tendríamos una renta presente cuya financiación aportaríamos durante nuestra vida profesional.

Supongamos que un joven accede a ese dinero con 24 años, 24000 euros y que lo tiene que devolver en otros 24 años, a tipo cero, en su declaración de la renta. Suponiendo una inflación promedio del 2%, el Valor Neto es de 4.986 Euros, es decir, para el joven sería equivalente a una donación de cerca de 5000 euros. Si establecemos algunos años de carencia, el valor neto sería superior.

El problema del esquema es la devolución: qué pasa si el joven no puede devolver el dinero porque gana demasiado poco: el programa debería extender indefinidamente los plazos, de manera que la devolución no supusiera nunca un recargo adicional de más de un tanto por ciento del IRPF que hubiera sin el préstamo. Si el joven no llega al mínimo para presentar declaración, se concedería una mora en su recargo de IRPF. De la misma manera, si el joven gana más dinero de lo esperado, podría acelerarse su devolución, por lo que el valor neto actualizado -su componente de donación- disminuiría. Si así se organiza, el mecanismo es redistributivo y no impone un endeudamiento insostenible para los jóvenes que hayan tenido mala suerte. Se trata, en términos financieros, de un préstamo participativo: a la sociedad le irá bien si al joven le va bien, y viceversa. Es una figura de financiación de proyectos de riesgo muy extendida, y aunque muchos no lo crean, es beneficiosa para el prestamista y el prestatario.

Desde luego que existen infinidad de detalles técnicos para afinar la propuesta. Pero yo no la despreciaría tan alegremente sólo porque la ha propuesto una candidatura determinada. No es la solución a todos los males, desde luego, pero no es necesariamente una mala idea.

 

 

 

 

 

 

 

Posted by: José Moisés Martín | August 17, 2011

Fuentes de Financiación Multilateral para el Cambio Climático

La financiación para el Cambio Climático pasa por un momento importante, tras ponerse en marcha el proceso para la creación de un nuevo fondo global, que se está ultimando durante 2011. No obstante la creación de este fondo, existen al menos 21 iniciativas bilaterales y multilaterales de financiación del cambio climático, además de 12 fondos de carbono. A continuiación se presentan algunos de los más relevantes, y otros más novedosos.

Fondo de adaptación del protocolo de Kyoto (http://www.adaptation-fund.org/). Es uno de los pocos que es gestionado por la Convención Marco de Cambio Climático de Naciones Unidas.

Fondo de tecnología limpia, fondo estratégico del clima y fondo de inversión climática (http://www.climateinvestmentfunds.org/cif/). Fondos gestionados por el Banco Mundial, incluyen diferentes líneas de inversiones, tanto en crédito como en donaciones.

Forest Carbon Partnership Facility (http://www.forestcarbonpartnership.org/fcp/). Fondo gestionado por el Banco Mundial para programas de Reducción de Emisiones Vinculadas a la reforestación.

Global Environment Facility (http://www.thegef.org/gef/). El principal y más antiguo de los fondos ambientales, cumple en 2011 su vigésimo aniversario.

Global Climate Change Alliance (http://www.gcca.eu/pages/1_2-Home.html) y Global Energy Efficiency and Renewable Energy Fund (http://geeref.com/), ambas iniciativas de la Unión Europea.

Interact Climate Change Facility (http://www.eib.org/projects/pipeline/2010/20100525.htm), con la participación del Banco Europeo de Inversiones, la Agencia Francesa de Desarrollo y 11 Instituciones Financieras Europeas. Está iniciando sus actividades.

Facilidad del Centro de Energías Renovables de Africa Occidental (www.ecreee.org). Facilidad para proyectos de pequeña escala en África Occidental, con carácter de donación.

Posted by: José Moisés Martín | August 15, 2011

Sustaintelligence! inteligencia financiera para la sostenibilidad

Vivimos en un mundo crecientemente complejo, donde los aspectos sociales, ambientales, culturales y económicos se combinan para generar nuevos procesos de desarrollo. El colapso financiero de 2008, la actual crisis financiera y energética, y la necesaria transición hacia una economía y una sociedad sostenible requieren de nuevos liderazgos en el ámbito de los poderes públicos, el sector privado y la sociedad civil.

Sustaintelligence! surge como una iniciativa de gestión del conocimiento financiero vinculado al desarrollo sostenible, las finanzas éticas y social y ambientalmente responsables, la financiación del cambio climático y las energías renovables, el capital riesgo destinado a tecnologías limpias y las iniciativas emprendedoras en la base de la pirámide, con carácter global pero focalizado en la necesaria transición de la economía española hacia una economía sostenible. Partimos de la idea de que el mundo financiero tiene mucho que aportar a esta transición.

Posted by: José Moisés Martín | August 2, 2011

La crisis y la condición del economista profesional

Hay muchas cosas que han salido tocadas de la actual crisis económica. Y una de ellas ha sido la condición del economista profesional. Se han multiplicado los libros que critican nuestro papel social, se han escrito infinidad de artículos sobre el fallo de la economía como disciplina, hasta la Reina de Inglaterra, en su majestuosa ignorancia, preguntó en la London School of Economics, uno de los templos de la disciplina “¿Y cómo no pudieron ver lo que iba a ocurrir?”. Quizá sus acompañantes no pudieron sino balbucear algunas palabras del tipo “Majestad, esto no estaba previsto, etc…”. Quizá hubieran tardado demasiado en explicarle las intrincadas relaciones entre el poder de los departamentos académicos, la financiación de los principales think tanks, la formación recibida en las principales Escuelas de Negocios de finanzas del mundo, y la hegemonía intelectual de una forma de entender la economía que se presenta como la única posible ante la opinión pública.

En Free Fall, Stiglitz se indigna cuando en un seminario alguien preguntó “¿Cómo es posible que ningún economista nos avisara de lo que podría ocurrir? ¿Nadie lo preveía?” Cuando Stiglitz contestó a esa pregunta señalando que sí había numerosos economistas denunciando la posibilidad de que la burbuja se precipitara en una crisis de proporciones gigantescas, sus interlocutores rectificaron: “Queríamos decir algún economistas reconocido”. Stiglitz estalla: es decir, que son reconocidos sólo aquellos economistas que trabajan en la corriente principal, y por lo tanto, sólo aquellos que reforzaron el crecimiento de la burbuja. Para ser un economista reconocido, tu única opción es alinearte con el saber convencional, el mainstreaming.

Esta tendencia se confirma en todo el mundo, también, y salvo honrosas excepciones, en España. Como ya denunció Vincenç Navarro, los principales centros de estudios y fundaciones de estudios están directamente vinculadas a inteses económicos concretos y su independencia es cuestionable. Las universidades españolas que persiguen la “excelencia académica” buscan sus profesores visitantes en la reunión anual de la American Economic Association. Los cursos avanzados de los principales centros académicos siguen trabajando en el marco de los modelos estocásticos de equilbrio general dinámico, que han fallado estrepitosamente tanto en la previsión como en la gestión de la crisis. Las principales escuelas de negocios no han variado ni una línea sus programas de finanzas. En el que tuve la ocasión de realizar durante el último curso académico, el gobierno corporativo de las entidades financieras mereció un 1% del total del programa. El modelo CAPM sigue siendo el instrumento de uso y abuso, y la gestión de los riesgos financieros o los mecanismos de regulación brillaron por su ausencia.

En los años 90, José Manuel Naredo, conocido economista crítico, publicó un libro sobre las causas y consecuencias de la burbuja financiero-inmobiliaria en España. Naredo no ha sido invitado a las grandes reuniones o a exponer sus opiniones en los medios de comunicación. Su trabajo no ha sido citado en ningún sitio. Vicenç Navarro se expresa a través de su blog y de la página semanal en Público. Curiosamente, Stiglitz, Krugman o Sachs encuentran en El País Negocios el espacio de expresión de sus ideas en España. El euromemorandum de los economistas europeos sobre la crisis, firmado por más de 400 economistas, no ha tenido más eco que el encontrado en las redes sociales. El fugaz renacimiento de Keynes se ha visto rápidamente ahogado por la crisis de la deuda pública en la Unión Europea.

Necesitamos una reflexión sobre la economía y sobre los economistas. También en España. Una reflexión que sitúe al economista no ya como científico y profesional crítico -quizá eso sería demasiado- sino al menos que recupere la dignidad de una profesión imprescindible para la buena marcha de la sociedad. Una profesión intelectualmente honesta y que se apoye críticamente en un desarrollo científico plural y sólidamente construido. Que reconozca la diversidad de aproximaciones y dude de los dogmas que nos han llevado hasta la crisis. Que busque, en los cursos de doctorado, las escuelas de negocios, y los centros de trabajo, una revisión constante de los métodos y las bases de nuestra profesión.

Los economistas nos perdemos en demasiadas etiquetas, y estamos demasiado divididos en reconocernos como neoclásicos, neokeynesianos, ecologistas, postkeynesianos, del desarrollo, marxistas, críticos, institucionalistas, regulacionistas, aterrados, del 15M, euroeconomistas, etc. Tenemos la oportunidad de dejar de lado, por un momento, los diferentes enfoques teóricos y políticos y al menos compartir el esfuerzo por dignificar el estatuto científico y profesional de nuestra disciplina, de abrirla a la sociedad con transparencia, rigor, y también… con la humildad de reconocer que no tenemos todas las respuestas.

Y desde esta lógica es desde la que apoyo el esfuerzo del manifiesto “Economistas frente a la crisis” y su candidatura a las elecciones del Colegio de Economistas de Madrid. No para hacer del Colegio una atalaya del pensamiento crítico, sino para contribuir a una nueva visión de la profesión, desde dentro y para el resto de la sociedad.

Posted by: José Moisés Martín | July 12, 2011

A small selection on books about the financial crisis

The financial crisis has provoked the birth of a new literature gender: the crisis one. Actually it was a rebirth. In the eighties, we saw thousands of books contained the word “crisis” in the title. Now it seems like hundreds of thousands do it.

Here is my little selection of those that, clearly, are far apart from some best-sellers.

“This time is different”, from Reinhart and Rogoff.
“The return of depression economics”, by Krugman.
“Freefall”, by Stiglitz.
“Fault Lines”, from Rajan.
“La primera crisis financiera del siglo”, by De la Dehesa (it is a pity that there is not a English translation, actually it is the best of them).
“Inside Job” (I know, it is a film, but much better than Wall Street II).

I am sure that a lot of valuable books would be in the list, but, at least, all of these are worthy.

Too much saltwater economics, you say?

Posted by: José Moisés Martín | July 8, 2011

Externalities, brands and identity.

I am sure that, when Pigou worked on externalities, he surely did not think very much about the key role his research would play in corporate governance fifty years later.

But at the end of the day, sustainable corporate governance is mainly related to how to deal with them.

Economics has worked very hard in determining how to price this externalities and how to avoid those negative ones. Several regulations and public market interventions are directly related to that.

Now the question is how to internalise the positive externalities. Those that, because their positive impact in environment, social conditions or poverty reductions, could increase the firm value through an appropriate price mechanism.

Public grants and other mechanism like feed-in-tariff schemes, take-or-pay contracts, and others, have been well used for decades, but now it is time to think about market mechanism rather than public intervention.

Fair trade, ecological agriculture and sustainable investment have all of them achieved to make consumer aware about this and they do not mind to pay more if, by this way, they are contributing to a better world. In fact, they are paying not only for the personal benefit, but for become part of the group who helps the world to survive.

Jesús Ibañez, a Spanish Sociologist, teached us in the early nineties that people is not paying for goods, even they are not paying for services. They are buying products and services to reach the right to become part of the group who buy this things. Tom Peters, through Reimagine, is also in that track. Good Bye, services, welcome experiences! The experience of defining your own identity as individual and as a part of a community.

Here is the market power and the branding as key factor to internalise positive externalities. And negatives too. BP will spend billions of euros and a lot of time on rebuilding their brand as a sustainable company after the disaster in the Mexican Gulf.

But we are only in the beginning of the process. We would need more competence, less rigidities in our markets, and more consumer awareness in order to go further.

Apple has achieved that any owner of an IPAD, or a MacBook Air, feels himself as someone special. In Apple case, it’s about design.

In our case, it should be about sustainability.

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